Porque la experiencia es eso: una triste riqueza que sólo sirve para saber cómo se debería haber vivido, pero no para vivir nuevamente. Josefina Vicens
KLEZMERSON
Hoy fui a la Gandhi, empecé a buscar un libro de Bauman y escuché unos acordes extraordinarios. Fui a la parte alta de la librería: efectivamente era Klezmerson, lo pongo en mayúsculas mejor: KLEZMERSON, una banda que toca música tradicional judía. Ellos experimentan con la fusión de sonidos, ritmos, con percusiones árabes como darbuka y daouli, con instrumentos griegos como el bouzouki, y con batá. Intercala ritmos gitanos y latinoamericanos utilizando el Dobro, la guitarra huapanguera y la jarana veracruzana. Extraordinario concierto. Me recordó de inmediato las tradiciones, esa herencia milenaria que, como dijo Derrida, es herencia y ella es irrenunciable. La escuché y pensé en mi Facultad, en lo que descubrí: una tradición de bloggers, de artistas, de poetas, escritores, pensadores en ciernes, todo esto me maravilló. Cuando escuchaba a KLEZMERSON me preguntaba al mismo tiempo: ¿Cómo unir esos esfuerzos de esos alumnos de la Facultad, cómo unir todos esos talentos que se desperdigan en miles de pequeños espacios en la red? Hay algo de lo extraordinario jugándose ahí. Algo que apenas podemos advertir por el quiebre de las generaciones, por el quiebre del discurso. ¿Cómo unir esa semántica que está ahí, como dispuesta a entregarse para que se una en un aliento largo, como uan de las piezas de este magnífico grupo. ¿por qué no hacerlo? ¿Qué es lo que nos ha impedido hacerlo? Creo que la cerrazón de nuestras miras. Podríamos unir, crear redes de disciplinas que permitan que esos talentos se encuentren, discurran, conversen, sólo hay que unir, tener la disposición y la apertura a la altura de nuestro tiempo. ¿Por qué no? Es sólo un pequeño empujón, nada más, no se necesita más, los jóvenes tiene su marcha propia, no pensemos que les podemos dar muchas cosas, eso es mesianismo, y como en todo mesianismo siempre hay algo de desprecio.
Cuando leí mi proyecto de trabajo en la Facultad dije que había que salir a las calles, intervenir el mundo que nos rodea de tal forma que él nos pertenezca. No hay otra forma de hacerlo más que tomando los medios en la comunidad se hace escuchar y se presenta: Los blogs, los espacios como el Myspace, el Facebook, etc. El sonido de KLEZMERSON nos da la pauta: lo nuevo y lo viejo, lo de ayer y lo de hoy, esa mirada transida de pasado pero con la expectación de lo que vendrá, haciendo que llegue. Nuestras raíces son las humanidades, y ellas son las que nos permiten volver los ojos al futuro, tenemos nuestro mundo que cambia, pero como el viejo río de Heráclito, siempre es nuevo si lo permitimos. KLEZMERSON hunde sus raíces en la tradición, pero se atreve a experimentar. Finalmente eso es lo que necesitan las humanidades hoy en día.
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