Leí el siguiente poema:
Lo mas difícil
es conseguir
que se vaya del todo
todo aquello que ya se fue.
Es de un cantautor español, Marwan.
Nunca lo he escuchado, nunca lo había leído.
Pero dice en unas cuantas palabras lo que a mí me sucede. Ahora pienso que estoy como el personaje de Don Quijote, atrapado entre dos epistemes, como decía Foucault. No pertenezco a el siglo XX a pesar de haber nacido en él, justo porque pertenezco a esa generación de la ruptura, una generación que tuvo sueños, rebeldía, y luchó incansablemente para romper con un estado de cosas que nos asfixiaba. No sabíamos a dónde iríamos, pero había grandes utopías que pretendían realizarse. Siempre creímos que había futuro. Y que nos pertenecía.
Pero de pronto el mundo cambió, tan imperceptiblemente que nos dejaron sin protestas, sin ideales, sin sueños, sin rebeldía. No hay lucha, o las pequeñas luchas son tan inanes que sólo dan pena. No hay un afuera, ni un mañana, sólo un ahora sin comillas, sin acentos, sin dolor.
Digo que me siento como el personaje Don Quijote, viviendo entre dos epistemes, de la que provengo y de la que me separé, aunque no tanto, y de la que vivo pero que no me acepta porque ya no la entiendo. Entiendo teóricamente los sucesos políticos, los de las redes sociales, las transformaciones de la subjetividad humana, pero hay algo que se me escapa y que me hace sentir que ya no pertenezco a ninguno de sus momentos.
Por eso este poema, porque lo que más me pesa es todo lo que fue, todo lo que se fue: calles, restaurantes, libros, lugares, paisajes, música. Lo que tengo en mi cabeza son imágenes que me atormentan porque no cesan de aparecer, cada segundo, cada momento, durante todo el día, como pequeñas ratas que roen incesantemente.
Es agotador, quiero olvidar y no puedo. Me agota este esfuerzo de olvido.