Porque la experiencia es eso: una triste riqueza que sólo sirve para saber cómo se debería haber vivido, pero no para vivir nuevamente. Josefina Vicens
EL RECTOR
Hoy tuve mi entrevista con el Rector de la UNAM, en el proceso para la dirección de la Facultad de Filosofía y Letras. Muy impresionante. Lo conocí hace cuatro años cuando aspiré a la dirección de la Facultad, se acordaba de esa escena, de ese instante otro, de hace cuatro años. Y no fue retórica, sino fehacientemente me señaló un punto en el que constaté que ahí habíamos estado. Todo esto es como un revival, una otra escena en donde me vi con él pero en otro espacio, en otro tiempo, en otro instante, en otra situación. A veces creo que las cosas se suceden de manera tan extraña que no puedo más que aceptar el azar, y no la causalidad, de las cosas y de las palabras que gestan nuestro vivir: el discurso, la trama de las cosas dichas. Podría decir que el interés que mantengo, respecto del discurso, no está dirigido tanto a la estructura lingüística que hace posible tal o cual serie de enunciaciones sino al hecho de que nosotros vivimos en un mundo en el cual ha habido cosas dichas. Estas cosas dichas, en su realidad misma de cosas dichas, no son, como tenemos demasiada tendencia a pensarlo a veces, como dice Foucault, "una suerte de viento que pasa sin dejar huellas"; ellas subsisten, y nosotros vivimos en un mundo que está todo tramado, todo entrelazado de discurso, esto es, de enunciados que han sido efectivamente pronunciados, de cosas que han sido dichas, de afirmaciones, interrogaciones, discusiones, de palabras que han significado y han sido dichas, etc. y que se han ido sucediendo. En esa medida, no se puede disociar el mundo histórico en el cual vivimos de todos los elementos discursivos que han habitado este mundo y lo habitan aún: entonces ahí estamos el Rector de la UNAM y yo, en una escena única, en un mundo en el que se dijeron cosas y que quedan ahí, como cosas dichas.
Muy impresionante, no lo sé, si el hombre o la investidura, la persona o lo que simboliza. Creo que ambos, creo que está dentro el uno del otro. Finalmente no puedo decir que con esto acaba la historia, no, uno compite para "ganar", no para competir. Y eso es lo que quiero: ganar la dirección de mi Facultad, de la de todos los que hemos construido esos espacios y esos símbolos en los que nos vemos, nos reconocemos, somos. Quiero ser el director de esa gran Facultad, llena de cosas dichas, de cosas que efectivamente se dijeron y que están en los pasillos, en sus aulas, en cada uno de esos rincones en los que nos reconocemos. Es ahí donde quiero ganar mi voluntad de servir a mis alumnos, a mis compañeros, a todos con quienes he compartido lo que soy, un profesor, un honesto profesor.
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