Porque la experiencia es eso: una triste riqueza que sólo sirve para saber cómo se debería haber vivido, pero no para vivir nuevamente. Josefina Vicens
Hoy tuve mi entrevista con el Secretario General de la UNAM, excelente experiencia, las preguntas que me dirigió fueron certeras y es importante porque se advierte las preocupaciones que tiene, si no la UNAM, sí él por el entorno académico de la Facultad. Y ¿cómo no preocuparse por nuestra Facultad? ¿Cómo no mostrarse preocupado ante el deterioro que ha ido ejerciéndose en los alrededores? Son tan graves que para muestra basta un botón: venta de pulque, el chino vende rompope, aparte de café y té (no tiene nada de malo, claro, sólo diagnostico), peluquería con paisaje, piratería al por mayor, de películas es enorme, de programas de computadoras son enormes, ropa de segunda mano, y de "primera", artesanía de todos los órdenes y en todos sentidos, platería, y libros, y más libros, esto es lo mejor, quizá porque como desde hace años, acostumbro a comprar libros en los tiraderos de la Fac.
Yo he propuesto que se pongan unos locales en las escaleras que van a las islas, solución como la que dio el Dr. Narro hace tiempo en Medicina. Recuerdo ahora que alguien señaló que pondría una plaza, claro de mala fe, como fue es su talante, cuando le espeté lo anterior, se calló, ya no se rió porque el de la idea fue Narro y no yo. Cosas veredes, como decía aquél... Como sea, ahora viene el rector, una entrevista con él,me gusta, me apetece, es un hombre de estructura. La pregunta es si saldré en la terna..., Mi pareja me ha dicho que lo peor que me puede pasar es que saliera vencedor de la contienda. Lo pienso, no lo creo. Me gustaría ser director de mi Facultad, claro, uno no contiende para perder, sino para ganar. No creo en eso que dicen por ahí que lo importante es competir, no, nunca, es falso, creo que lo dijo un perdedor.
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7 comentarios:
Como que esa señal de tráfico me parece conocida... Y sí: coincido con vos, esa frase la dijo un perdedor. Un abrazo enorme.
je je je, oye el chino es mi cuate, así como el virus... qué lástima pero la verdad tiene sus pros la piratería como conseguir pelis que NADIE te consigue. Rompope Rules
Mi querido Danny Boy:
Esa señal la descubrí en medio de muchas fotos: una de ellas dice que tú se la enviaste o que te la robó, no me acuerdo, y como en esto de la propiedad no creo en las exclusividades, pues me la volé, desde luego, honor a quien honor merece: Tú la descubriste y todos somos subsidiarios. Pues es genial, ¿no es así?
Pues sí, mi querido Rompope Rules:
Soy amigo del virus, que deberíamos de santificar, pero si llego a la dirección, adiós piratería, eso que se sepa. No es posible que certifiquemos la piratería, en serio. Imposible.
Esa la pensamos Paloma y yo mientras esperabamos una vuelta continua en Romero de Terreros y Sánchez Azcona. Desde luego, es patrimonio común. En vez de piratería, que se pueda usar el Bittorrent en la RIU, así no enriquecemos a los del parche en el ojo vale?
A mí me dijo "pRo" Narro que ibas a quedar.
Esta entrada, en particular, nos muestra dónde estamos, no sólo en tanto comunidad académica (que incluso dudo que existamos como "comunidad", vistas las innumerables cositas que has reseñado en este espacio), sino como sociedad, como personas. Es necesario regularizar el exterior de la facultad, ni quién lo dude; empero, regularizar no implica legalizar el todo ni permitir tampoco todo. Si se hacen los mencionados locales (que podría ser una buena idea), lógico es que en ella no cabrían los vendedores de piratería musical, fílmica, o impresa. Y aquí estamos ante un problema: de entre quienes venden libros, los más legales son los de libro usado, el camión de Conaculta, y quienes están justo pegados a la pared de la facultad. No obstante, a mí me despierta todas las sospechas el sujeto que se ubica a mitad del andador y da libros nuevos a la mitad del precio en que éstos se venden en las librerías. Al platicar el hecho con gente del medio editorial, el diagnóstico (ya que estamos en esto) fue contundente: o son robados, o son piratas.
Sucede aquí lo de siempre: quien te vende mucho de lo ilegal lo hace bajo el argumento de la necesidad del otro (como en el caso de las películas), amparado en la protección que le da el consumidor y en la existencia de un mercado amplísimo. Si pensáramos, por un instante, hasta dónde llegan las ligas de un pirata, en el acto dejaríamos de comprarle. Yo no dejé de comprar piratería (de películas, principalmente) hasta que me piratearon, o esquilmaron unos libros míos de bodega, lo que haya sido, y lo sentí en el propio ingreso. Un tema para la reflexión, sin duda alguna.
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