Porque la experiencia es eso: una triste riqueza que sólo sirve para saber cómo se debería haber vivido, pero no para vivir nuevamente. Josefina Vicens
LAS LIBRERÍAS DE BUENOS AIRES
Ya casi estoy metido de lleno en la realidad de mi vida, leo, escribo, estoy mandando algunos artículos a distintas revistas, ya casi se publica mi libro "Las texturas del mal", y he preparado mis clases de Filosofía griega y las que imparto en el Tec de Monterrey. Pienso que me gustaría más estar en Buenos Aires, viendo bailar tango, tomando un café en alguno de sus hermosísimos cafés o simplemente caminar por la Calle de Corrientes para meterme a las librerías: Losada, Librería Hernández, Edipo, De la Mancha, Gandhi, no el espantoso supermercado de México D.F., sino el de la calle de Corrientes, ahí, en el corazón de Buenos Aires, Argentina, Prometeo, la Libertador, otras de saldos que no me gustaron mucho porque no encontré nada o sí, ediciones de editoriales desconocidas pero nada significativo. Llegué por cierto a un blog que se llama "Hablando del asunto" y veo las opiniones de los lectores. Las pienso y probablemente tengan razón. Pero es que nunca han estado en México y han visto las horribles librerías como Gandhi, El Parnaso, o el Sótano, son no feas, son espantosas y quienes atienden no tienen la menor idea de lo que es un libro, podrían vender sopes o carnitas y sería lo mismo. A mí, perdonando las preferencias, si que me gustaron, pienso que desde luego hay muchas otras muy bien surtidas y con gente que sabe lo que está vendiendo como en la librería Guadalquivir que está en la calle Paraguay O LA EXTRAORDINARIA librería El Ateneo con sus sucursales. Claro, buscaba de filosofía y algunas cosas de literatura. Mi nostalgia por Buenos Aires se hace cada vez más creciente. He pensado que quiero irme con la Pájara a Italia en las próximas vacaciones pero el euro está tan caro, que parece que nos hemos fortificado en la miseria, que ahora sólo podremos ir a las infectas playas de Acapulco o con los narcos de Sinaloa a sus playas en Mazatlán o Veracruz donde se pierde uno en a inmensidad del mar abierto. Por eso tengo en mente irme a Buenos Aires otra vez, quizá ahora sí a Ushuaia (se escribirá así?)y a las provincias, tal vez donde vive mi amiga querida Angelina Uzín. No lo sé aún. Pienso en Buenos Aires y me encanta saberme en el extremo del mundo y me gustaría irme al Faro del fin del mundo del que tengo varias fotografías. Espero volver. Espero que me siga gustando tanto su gente, el acento, la calidez de ese espacio y, sobre todo, reencontrarme con amigos que se quedaron ahí
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5 comentarios:
Al sufrido proletariado de la Filosofía nos queda, con todo, el consuelo de un fresco aguachile y una Pacífico. ¡Mi vida por Mazatlán!
Dany querido:
proletario de la filosofía, aspirante a viajero de Mazatlán, aguachile de pacotilla, Pacífico como la cerveza, qué latoso eres..., ¿Ya terminaste la tesis?
Un abrazote
Corrección: no soy aspirante a viajero, acabo de regresar con unos kilitos encima por motivos obvios.
La tesis... bueno :S no que no, sabes cómo soy de perfeccionista. ¿Por qué no nos vemos un día de estos, que no sea martes ni jueves, porque doy clases en Acatlán?
Tienes toda la razón. El problema es que acá, o entras a una librería tipo supermercado que está medianamente surtida -como Gandhi o El Sótano-, o te internas en otra que presenta mejor cara -El Péndulo de Polanco es el mejor ejemplo- pero que tiene diez libros en existencia y dependientes pelmazos, tipo supermercado, de ésos que sólo te pueden orientar para que encuentres el suavizante, pero no saben si suaviza o fabrica lijas. Oh, y con un olorcito a comida que no siempre viene bien cuando tratas de buscar "algo" de interés.
Como sea, es bueno que hayan regresado con bien. Ya nos veremos por los pasillos de la facultad en estos días. De mientras, te mando un abrazo.
Pues puede parecer pequeño-burgues o no se que, pero ciertamente yo ya compro todos mis libros y discos -si, yo aun compro discos- por internet, y no hay un solo distribuidor digno en México, triste pero cierto, lo malo es que te hace un poco un adicto a los libros que llegan por correo, cada semana llegan varios paquetes a casa de mi padre, para él y para mi, por cierto me dijo mi padre que te vio hace poco en la facultad y que estaban de acuerdo en que ya basta de estar en la pendeja... pronto te aviso que onda, mientras tanto te mando un gran abrazo.
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