Porque la experiencia es eso: una triste riqueza que sólo sirve para saber cómo se debería haber vivido, pero no para vivir nuevamente. Josefina Vicens
La Biblioteca Nacional de España y Josep Renau
Ayer fuimos a la Biblioteca Nacional de Madrid a trabajar. Me emociona tanto este lugar. 300 años de estar en funcionamiento y con libros que apenas si tenemos idea de que existen. Todo está automatizado, las búsquedas son con enormes grúas modernísimas salvo las buenas señoras que reciben nuestras solicitudes de libros y más libros. No acabo de entender por qué nunca pierden el buen tono, la bonhomía con la que tratan a todos los usuarios me sorprende. Me he equivocado y vienen a mi lugar, que previamente me han asignado, y me dicen lo que he hecho mal y ellas lo corrigen. Ya nos conocen todos con los que tenemos que ver, no creo que sepan nuestros nombres pero saben ver nuestras caras, han aprendido nuestras facciones de tanto que venimos y venimos. Pero el lugar, es escandalosamente hermoso. Tiene un techo abovedado con un claro en medio por donde uno sabe del clima afuera. Asimismo unas nervaduras simuladas que cruzan la bóveda, es,según escuché el otro día un edificio típico del siglo 19. De estilo neoclásico y planta rectangular, su construcción, lo he leído, comenzó en 1866 y concluyó en 1892, coincidiendo con el IV centenario del Descubrimiento de América. Acérquese hasta esta monumental biblioteca, que destaca por su amplia escalinata exterior y su fachada principal, con un pórtico de estilo corintio, de frontón rectangular rematado por unas esculturas del artista Agustín Querol que representan el Triunfo de las Letras, las Ciencias y las Artes.
Realmente es bellísimo el lugar. Me sorprende su arquitectura pero al mismo tiempo la historia que tiene detrás y que no sale en Wikipedia es que también, como el Prado, fue bombardeado en la guerra civil. Afortunadamente los cientos de miles de libros ya habían sido evacuados como lo hicieron con las obras de arte de El Prado. No sé a quién se le deba esta operación salvífica, pero es encomiable que en medio de las guerras que tanto destruyen existan personas que expongan todo lo que son por el patrimonio, por la memoria de un pueblo. En el caso de El Prado, sé por mi mujer, que fue gracias a Josep Renau que las obras de arte de El Prado se salvaron, y fue por su intercesión que se pintó El Guernica que se expuso por primera vez en la Feria Internacional de 1937, dos años antes de la caída de la República española, sin hombres como él el mundo sería inhabitable
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