La muerte de mi amigo Kande Mutsaku


Un miedo perturbador hace presa de nosotros: el espacio oscuro, la pantalla de oscuridad que impide la entera visibilidad de las cosas, las sombras ominosas que presagian dolor, las gentes que se miran en ese espacio que se queda en las orillas y nos quiebra la mirada, las verdades que apenas son sólo interpretaciones. Disolver los fragmentos de noche que se oponen a la luz, hacer que no existan más espacios oscuros en la sociedad, demoler esas cámaras negras en las que se fomenta la arbitrariedad de las acciones, los caprichos de los políticos, las supersticiones religiosas, los complots de los tiranos y los frailes vocingleros, las ilusiones de ignorancia, las exclusiones cívicas, sociales, la fragilidad siempre presente, el dolor siempre punzante quizá hoy se ha convertido en un sueño, en el lugar del deseo imposible. No puedo más que pensar en la muerte de un amigo, en su muerte sin nombre y que es, al final, él y todas las muertes. Su nombre Kande Mutsaku, africano, del Congo. Luego de dos años de no verlo me reencontré con el en las puertas de la Facultad, por casualidad. Fue un enorme gusto. Me contó que iba a ser Cónsul del Congo en México. Prometimos vernos pronto, me dio su mail y su teléfono, los apuntó en mi libreta. Nunca más volveré a verlo. Lo paradójico es que alguna vez la construcción de la polis constituyó el lugar, el espacio no sólo de lo político sino también de la civitas, de la civilización. La Zeitgeist era sólo la comarca donde el aire de la ciudad liberaban, y eso es lo que se muda, se trastoca, se invierte: la ciudad entonces sólo es una estratagema de guerra, una estrategia fatal, el foco de la crisis de lo político y de lo bélico, porque lo militar y lo político están unidos. El espanto se apodera de la ciudad. Nuestra ciudad es el territorio del miedo, el espectáculo de la sinrazón, el lugar donde la aglomeración ya no tiene rostro ni escala humana. Nunca más lo volveré a ver. Me entristece su muerte, me entristece esta muerte porque entra dentro de las cifras del horror.

4 comentarios:

Idalia dijo...

:(

Anónimo dijo...

Que post tan triste.
Alberto: hoy es un día especial, hace unos años cuando te daba un regalo me decías que nunca habías festejado tu cumpleaños, yo nunca olvidé eso y por eso trataba de felicitarte cada año mientras se pudo. Ahora que me topo con este blog y te leo y te percibo de modo más feliz y en paz con la vida; me atrevo a decirte feliz cumpleaños y que me da mucho gusto percibirte feliz en compañía de una persona especial con quien puedes compartir tu felicidad o incluso a quien agradecerle por ella. Te deseo lo mejor, aún te guardo en un lugar especial de mi alma y por lo mismo sólo puedo desearte cosas lindas en tu vida que sin duda ahora se escribe en tono poético.
Recibe un abrazo muy sincero e infestado de m agradecimiento a la vida por saber que estas mejor.
La vida te de muchos años más.

Edith dijo...

Alberto, mucha tristeza sigue recorriendo los espacios, y en ella va el recuerdo de nuestro amigo Kande.

Windrose Princess dijo...

Hace muchos años él nos unió. Gracias a él fuiste mi maestro y aprendí a ver la vida con diferentes texturas y aderezar las que ya tenía.
Es curioso, te perdí la pista y hoy, siguiendo links te encuentro de nuevo.
Quizás fue el mismo Kande el que volvió a unir los caminos..aunque sea a través de blogs.
Te mando un abrazo.

Mariana.