LA INFLUENZA


No quería escribir, tenía, tengo, una sensación de desesperanza. Quizá es la influenza, todas las estupideces que dicen y que me han mandado por mail, uffff, si así leyéramos seríamos otro país, pero no, sólo este humor negro, torrencial, desgarbado, lleno de denuedos y de cicatrices, de llanto contenido, de asco, de sometimiento, de desesperanza. En esto sí que soy un mexicano de buena raíz. La influenza ha sacado del mexicano tantas noticias, tantas sospechas, tanta desconfianza que no se puede verter en nada. Yo no voy a votar en julio, no tiene sentido, es estúpido. Vivo en Coyoacán y la experiencia con este delegado ha sido de horror: saquear más de lo que los otros han saqueado. No hay otra consigna, parece que el país sigue dando y dando, y ese músico que era respetable hoy es simplemente un pequeño ladrón más. Del Jazz pasó a ser amigo de lo ajeno. De ese nombre tan digno hoy sólo quedará una triste memoria. ¿importa? Creo que no.
No quería escribir nada porque tras la muerte uno se queda mudo, como señalando el vacío, sin saber qué hacer. Estamos arreglando una cátedra extraordinaria para llevar a cabo un homenaje a Franco Volpi, un sujeto fuera de serie. Espero que podamos hacerla, pero más aún, convocar a los demás estudiantes para que conozcan su pensamiento. Me daría mucho gusto hacerla porque, mmmmhhh, no lo sé, simplemente como un tributo de amistad.
Vi en mi Facebook una cita que trajo a colación mi amiga Erika, me llenó la memoria, los días, los sueños extraviados, una frase que vale todo porque es el acento en la existencia, lo que podría hacer excepcional una vida: "Un relámpago. Noche. Fugitiva belleza Cuya mirada me hizo, de un golpe, renacer. ¿Salvo en la eternidad, no he de verte jamás? ¡En todo caso lejos, ya tarde, tal vez nunca! Que no sé a dónde huiste, ni sospechas mi ruta, ¡Tú a quien hubiese amado. Oh tú, que lo supiste!"
Pero la vida sigue su curso y uno sigue también en el curso de la vida.