LA INSENSATEZ DE DIOS


Alguna vez leí El Aciago demiurgo de Emile Cioran. Demiurgo fue el nombre que Platón dio al creador. Cioran, lo recuerdo, comentó: "Me he interesado mucho por la Gnosis, eso desde luego. El resultado fue un librito, El aciago demiurgo, cuyo título alemán, Die verfehlte Schöpfung ("La creación errada") me gusta. Al Creador sólo podemos imaginarlo maligno o, como máximo chapucero." Jajajaja, me moría de risa. Porque en una suerte de broma decía algo que todos en lo incierto de esa oscuridad que significa nuestra existencia, lo sabemos. Los gnósticos vivieron en los siglos II y III y se enfrentaron al siempre problema de la razón de la existencia del Mal en el Mundo y, al mismo tiempo la existencia de un Dios creador y Bueno. No es un secreto que para los gnósticos y para Cioran el cristianismo se envileció al mentir culpando del Mal en el Mundo al hombre. Cioran y los Gnósticos creen que el problema está más arriba: o bien Dios es omnipotente y malvado o bien es bueno pero algo tramposo, un bribón. Aunque a veces Cioran se ha inclinado por la hipótesis de un Dios malvado de instintos malignos, hipótesis a la que me acerco en medio de mi incredulidad. Las conclusiones éticas de los Gnósticos iban desde el libertinaje al ascetismo. Es decir, si la creación entera es un error todo lo que hagamos aquí abajo carece de importancia, todo está permitido. O también, si la creación es el producto de una necedad debemos hacer lo posible por destruirla: jamás y de ningún modo procrear, continuar con esta aberración que es la humanidad. Y en lo posible desaparecer cuanto antes.