FEAS ALMAS

Qué fea persona, del alma, que es lo más triste.

17 comentarios:

Daniel G.G. dijo...

Ya lo decía Anacreonte

Alberto Constante dijo...

Ayer tuve una entrada de un anónimo que al principio me pareció interesante, luego descubrí, con tristeza la miseria y la estupidez de esta persona, no quise dejar su comentario (que es mucho decir). Le quise contestar pero me pareció absurdo estar con ese rostro oculto conversando. Lo que no sabe es que quien habla mal de mi, quien tiene una opinión insensata de mi, es pura música celestial para mis oídos. En este caso, como es un rostro oculto, una personalidad secreta pues me pareció que no valía ni la pena decir nada. Después de todo qué tiene qué decir un alma sórdida como ésta que se tiene que ocultar. Por eso puse este post. A ti, que eres inteligente, te cuento esto porque sabrás comprenderlo.
Te mando un fuerte abrazo

Esponjita dijo...

A propósito de la tesis sobre los blogs:
Los anónimos son como las semillas del Principito: las hay desde rosas simpáticas hasta Baobabs, porque por ahí se cuelan desde la timidez extrema hasta las almas pequeñitas y miserables.
En fin... muchos saludos y abrazos:

la esponjita investigadora de blogues

johan dijo...

Soy inteligente y te comprendo, pero es una lástima que no hayas dejado el comentario de la persona mísera y estúpida que tiene una opinión insensata de ti. Me hubiera gustado leerla. Y es porque quisiera entender porqué te da tristeza que una persona fea, de alma sórdida y de rostro oculto, hable mal de ti, precisamente de ti que siempre te has mostrado ante todos con el rostro limpio y descubierto.
¿Sería la estupidez de su comentario lo que te llevó a hablar de esto, dedicándole un post entero?

Idalia dijo...

jejeje, esponjita me encantó tu comentario. Lo más chistoso es que hay anónimos que hasta se toman la molestia de inventarse perfiles para poder seguir comentando si ya no se les permite de manera anónima, aunque siguen siendo igual de anónimos, sin rostro, miserables y pequeñitos...

Alfredo R. I. dijo...

Vaya. Recién se coló un anónimo también en mi blog -en realidad fueron dos-, y uno llegó, curiosamente, a partir de este blog tuyo. O sea, mi estimado Alberto, que nos tienen en la mira y, si sumamos la ladilla que llegó al blog de Idalia... es para morirse de la risa.

A propó, llegó otro anónimo, lo suficientemente zoquete para dejar todo el rastro e identificarse. Lo peor del caso es que no sé por qué diablos la inquina, y menos aún me explico por qué alguien lee, se martiriza, se tortura, sufre y se desespera leyendo lo que nomás no le va. ¿Vocación para el martirio? ¿Simples ganas de joder? O, el tema de la semana, ¿frustración?

Un abrazo.

Daniel G.G. dijo...

Amigo: Eres de los míos con eso de despertar inquinas, y de los míos también en difrutarlas con cierto dejo de desprecio. Lo que me gusta es que, con todo, también estás arropado por almas nobles y elegantes. Un abrazo

Alberto Constante dijo...

Querido Alfredo:
de plano ni siquiera ya quiero borrar al tal johan, él está borrado. Lo que me encanta siempre es el olor a moralina, a sudor decente, a las buenas conciencias, al reprobar y al autocatalogarse y magnificarse, es suma: delirio: psicosis. Jajajaja. Te agradezco los comentarios, me son siempre de gran aliento, sobre todo saber que también tú entras dentro de ese pequeño núcleo que molestan a los pequeños. Abrazos fraternos
PD, claro, y nos seguimos ocupando del enano, jajaja

Alberto Constante dijo...

Danny querido:
Pues sí, parece que ese será siempre mi destino. Quizá por ello empecé hace ya tiempo a hacer de estos comentarios una sinfónica para mis oídos. Antes decía música, pero son tantos. Te abrazo con cariño

Alberto Constante dijo...

Esponjita:
tus comentarios son, en donde te lea, siempre de lo más cáustico que he leído, me muero de risa. te mando un beso y mi cariño.

Emma Laura dijo...

Wow cuánta controversia por anónimos de mal gusto. A todos hay quien quiera decirnos cosas de modo cobarde. No hace mucho un anónimo se paseaba por mi blog lo más adecuado fue ni dedicarles post, simplemente borrar y no decir más Poco a poco se cansó y desapareció. Obvio es difícil no saber quién es por lo menos en mi caso y bueno todos sabemos que en esto de la virtualidad no existe el anónimo dado que se sabe el origen del mensaje siempre que se busque la IP. Pero ni tiempo vale dedicarle dicha investigación a personas que no tienen cosas qué hacer.
Un abrazo y espero que tanto tú como Idalia ya no hagan caso de esas tonterías, ya no le dediquen tiempo pues tienen ambos mucho más que dar que meras respuestas a gente que no vale la pena.

Mérita Sujey Abad dijo...

Yo me he estado preguntando si quien tiene un "alma fea" es más infeliz que quien tiene un "alma bella". Un policía federal, por ejemplo, con buenas intenciones, que sinceramente desea combatir el crimen, acepta infiltrarse en las redes del narcotráfico; luego es decubierto y asesinado con sevicia... ¿muere feliz? En cuanto a los asesinos, digamos que mataron al policía federal con verdadera mala intención, por el gusto de hacer sufrir, ¿son infelices?... Ahora vayamos al momento preciso en que un sujeto con alma fea muere, en términos físicos, pues del alma como tal no puedo dar cuenta, ¿su cuerpo se transforma en algo distinto de aquello en lo que se convierte un sujeto de alma bella?
Sólo divago. Saludos.

Anónimo dijo...

Así pasa de vez en cuando, y en este cyber-mundo, es aún más frecuente. Los insultos -usualmente personales- son predilectos aquí debido a la complicidad que se juega con el "anonimato".

Hay que seguir.

P.D ¡Ya estoy estudiando en la Facultad!

Alberto Constante dijo...

Pues es cierto, me he paseado por algunos blogs, ufff, es increíble la cantidad de mierda que tiene la gente en el corazón. Y lo más impresionante es que les devora el alma (sí, claro, ya sé que ni el corazón ni el alma son palabras que tienen sentido, pero me siguen gustando, sin el contenido, o sólo por nostalgia de que mundos se fueron creando alrededor de ellas)

Unknown dijo...

Querido Alberto: Recuerda que internet ha tenido la malsana facultad de cultivar el goce mortífero de la palabra. Un goce inusitado, protegido por el anonimato, que resulta imposible de descifrar. No hay palabras para describir las retorcidas mentes de esos enanos mentales, como tu bien los llamas. Pienso, a manera de consuelo, que esos infelices quizá no tengan otro medio para desahogar su malignidad. En tal caso, talvez sea mejor que lo escriban y no que lo actúen.
Un saludo, mi estimado Alerto.

Alberto Constante dijo...

Mi querido Aldo:
Gracias por tus palabras, como podrás ver ahí está la huella de este enanito, incluso ya con una supuesta "identidad", jajajajajaja, que es lo que menos tiene. Y sí, lo que molesta es esa hipocresía y miseria de no dar la cara. Yo la doy, por eso te pegan. Pero el que no la da es como el que siempre se siente el ombligo del mundo cuando nadie lo ha tomado en cuenta. Creo que en análisis esto tiene un nombre, ¿no es cierto?
Un abrazo fraternal

Anónimo dijo...

Al final del día uno se cansa de los rostros, con ojos envidiosos y las cejas fruncidas, con la lengua retorcida sacando espuma, perras rabiosas que sólo saben ladrar. Tienen aliento podrido y la mezquindad se les sale por los ojos. Ahí van, en manada, se juntan y se envenenan entre ellas, ponzoñosas y enhiestas se arrastran tragando el polvo de aquellos que vuelan y no se dejan agriar por estos seres de lodo y mugre. En el mejor de los casos se muestran, dan la cara para que uno los conozca con nombre y apellido, esos son los menos, los que pasan de ser seres ruines a valientes que confrontan, debaten, argumentan y dan pelea; los otros son los más, los que se esconden tras una pantalla para sacar la miseria en la que viven, los que amenazan, y revientan sus infames corazones inventándose identidades, levantando falsos y manifestando sus opiniones –que se sustentan en sus filosas garras- sobre los demás, los otros, los que juegan un papel activo en la vida, se atreven, son los héroes de sus propias historias, los que salen a luchar y a ser laureados o vilipendiados. A veces duele que las manifestaciones humanas sean tan miserables y deplorables, ¿qué pasó para que haya seres así? ¿En qué falló la humanidad? ¿Cuándo la cobardía se instauró como los anónimos en la red? ¿Qué clase de entes ofenden, vomitan palabras, tragan sus deshechos para manifestarlos a través de su anonimato? Las respuestas seguramente las tendrán quienes hagan esta clase de prácticas, pero mientras tanto habrá que descubrir el remedio para que estos seres recuperen su vida y su dignidad ¿acaso hay tanto resentimiento por ahí, en las calles, en los transeúntes, en la gente que habita este mundo? ¿Será que la vida propia cada vez es más difícil de lograr y lo único que queda con el tiempo –bendito e irrecuperable tiempo- es desperdiciarlo en los demás –quienes quiera que sean esos “demás”-. Quisiera pensar que el Anónimo es un ser desamparado, indefenso, lastimoso y débil, digno de compasión y caridad, sin embargo, creo que ya hay que poner un alto a esta clase de actos aborrecibles de los que todos hemos sido testigos y hasta víctimas. ¿Cuántas veces vemos la dignidad de una mujer o de un hombre hecho añicos con llamadas o publicidad nociva sin ningún argumento verificable? Si he ocupado este espacio y estas líneas para este tema, es porque no alcanzo a comprender esta nueva cara de la cobardía a través del Internet, una cobardía que despersonaliza, que vuelve incorpóreo al cobarde pero que sigue manteniendo lo ruinoso y el poco honor que lo sostiene; sin duda alguna, vivir en medio del egoísmo, la envidia y el eterno observar a los demás ya es suficiente castigo, pero siempre hay una oportunidad para ser alguien y dejar de mirar la vida del de a lado, siempre se tiene la opción de vivir la vida -la propia, (por más nauseabunda que sea) y no la de los demás.